201404.14
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Mismo producto, dos precios: impulsan ley para evitar abusos de comercios que aplican recargo por pagos con tarjeta

Pese a que está prohibido aplicar penalidades por uso de plásticos, esta práctica se ha vuelto más común. Un proyecto busca atacar las «zonas grises»

IprofesionalPor la mayor presión inflacionaria y los recargos para sostener los planes de cuotas, desde el último año se multiplicó el número de comercios que ofrecen rebajas a aquellos clientes que llegan con «cash» en sus manos.

«Cada vez son más los locales que otorgan descuentos por pagos en efectivo«, asegura a iProfesional Fabián Castillo, presidente de la Cámara de Comercio del Calzado y Afines de la República Argentina, quien agrega que «las quitas promedian el 20%».

Así las cosas, cada vez es más común encontrar casas de indumentaria que exhiben prendas con dos etiquetas: una donde está consignado el precio para quienes abonen con billetes en mano y otra para aquellos que tarjeteen.

La razón de este «doble precio» obedece a que muchos dueños de locales privilegian contar con el efectivo para el posterior pago a proveedores y para cubrir gastos fijos. En cambio, si una operación se realiza vía tarjeta, el comerciante sufre un delay hasta poder hacerse de dicho monto.

El problema que enfrentan en esta «cruzada» por imponer el efectivo, es que los plásticos se han convertido en grandes «aliados» de los argentinos a la hora de consumir, un instrumento que fue ganando terreno especialmente en los últimos años, de la mano de las promos impulsadas por los bancos.

Al respecto, desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Vicente Lourenzo destaca que «en electrónica, muebles y artículos para el hogar, de cada 10 operaciones, 7 se hacen utilizando algún plástico«.

En tanto que, en indumentaria, la proporción es de 6 de cada 10 personas.

Qué dice la ley vigente
En la actualidad, existe una normativa que prohíbe específicamente el cobro de un monto «extra» por pago con plásticos. 

Se trata de la Ley 25.065 de Tarjetas de Crédito, que señala que no se puede exigir un valor diferente según el medio de pago.

Más precisamente, en el artículo 37, la normativa indica que «el proveedor está obligado a no efectuar diferencias de precio entre operaciones al contado y con tarjeta».

Sin embargo, en la actualidad hay una «zona gris«: si bien existe una ley que no le permite a los comercios el recargo por usar tarjeta, los dueños de los establecimientos siguen teniendo la posibilidad de mantener «promos» en efectivo.

Aunque a simple vista parecería tratarse de lo mismo, la diferencia radica simplemente en una cuestión: en lugar de cobrar un «extra» por «tarjetar», se lo hace pasar como un beneficio al que pague en efectivo.

El tema es que, según Lourenzo, las promociones en «cash» actualmente se presentan como una «zona gris», dado que «las diferencias entre el dinero en mano y la tarjeta hoy están prohibidas».

El punto central es que, en muchos casos, no queda claro si se está beneficiando a quienes abonan en efectivo o, en realidad, se castiga a quienes utilizan plásticos.

De hecho, el «doble precio» -si se aplica en forma de plus y no de promoción- puede derivar en el cierre del local.

«Por este motivo, la Secretaría de Comercio Interior está habilitada a clausurar un negocio«, afirma Lourenzo.

Un proyecto que busca echar luz
En momentos en que cada vez más comercios buscan incentivar el pago en efectivo y desalentar el «tarjeteo», un proyecto de ley busca ponerle ciertos límites a estas prácticas.

La iniciativa, impulsada por el legislador del PRO, Helio Rebot, busca que quede más delimitada la «zona gris» y que el consumidor sea advertido antes de realizar la compra sobre la existencia de diferencias de precios o promociones.

En diálogo con iProfesional, Rebot explica que la idea de presentar el proyecto se originó tras recibir una gran cantidad de quejas de particulares que tienen que pagar una suma «extra» por usar sus plásticos.

«Recibimos muchas denuncias de personas a las que se les aplicó un recargo por abonar con tarjeta», señala el legislador.

Y agrega que, en la actualidad, lo que en realidad deberían ser promociones, terminan siendo penalizaciones al uso de plásticos: «Detectamos comercios que cobran un 10% más a los clientes si el pago se hace con crédito o débito».

La propuesta del legislador intenta avanzar en una cuestión clave: que obligatoriamente se le avise al cliente del «doble precio», que éste no se entere del mismo una vez en la caja y que esté bien especificado que se trata de una promoción por pago en efectivo y no un recargo por uso de plásticos.

«Queremos obligar a que los comerciantes lo publiquen con anticipación para evitar estas mini estafas o mini abusos», dispara Rebot.

Negocios, en busca de cash
No sólo los descuentos por pago con cash se volvieron más habituales en rubros como indumentaria o en bares y restaurantes. En este último tiempo también proliferaron los comercios que directamente ya no aceptan tarjetas. 

«El textil es uno de los sectores más complicados«, confiesa Castillo a este medio. Y destaca, a su vez, que «también en gastronomía se está viendo que cada vez más locales no cuentan con la opción de pago con plástico».

Es por eso que es común toparse con avisos en las vidrieras que señalan «Tarjetas suspendidas» o que aclaran «Sólo efectivo».

La preferencia por el cash tiene su explicación en una realidad que afecta duramente a los comercios. Y Castillo la describe con exactitud: «Los costos siguen subiendo y, si se abona con tarjeta, el comerciante recibe el dinero con delay».

De acuerdo con el empresario, «si la venta es en un pago, se tarda en percibir el efectivo entre 20 y 30 días, aproximadamente».

Pero no es sólo un tema de tiempos, sino que también los costos pesan: «En el caso de un producto que vale $100, en efectivo se reciben esos $100. Pero, si el pago es con tarjeta, por los gastos que implica el uso del plástico, al comercio le terminan quedando entre $83 y $85″.

Además de estas complicaciones, en algunos casos se suma un «agregado» que acentúa la preferencia por los billetes contantes y sonantes: el hecho de que la compra no quede registrada.

Si el empresario no entrega factura y además, el pago es contado, puede evadir el pago de impuestos.

En este punto, Lourenzo se refiere a «aquellos que tratan de que no quede asentada la operación para no afrontar las cargas».

Y explica que «esto fue lo que impulsó a la AFIP en su momento a devolver un 5% a quienes abonen con tarjeta de débito como un incentivo para que se paguen impuestos».

En este complejo escenario, el hábito de «tarjetear» hace más «dura» la batalla de los dueños de negocios por estimular el uso de billetes.

Así lo admite Castillo, quien señala que -por el avance de esta costumbre- «crece la preocupación entre los comerciantes».