201503.13
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"No culpable": el veredicto del primer juicio por jurados en Buenos Aires

Ante el Tribunal Criminal N° 5 de San Martín, 12 ciudadanos comunes absolvieron a un joven acusado de haber asesinado a su ex cuñado en 2014.

juradoLA PLATA.- El presidente del jurado popular se puso de pie y, con voz trémula, declaró: «Tenemos veredicto. Nosotros encontramos al acusado… no culpable». Hubo llantos. Y aplausos. Doce ciudadanos comunes acababan de hacer justicia. Los doce entraban, en ese instante, en la historia. Así concluyó el primer juicio por jurados de la provincia de Buenos Aires, con la inmediata liberación de Guillermo Barros, acusado del homicidio de su ex cuñado Guillermo Armella, hecho ocurrido el 30 de enero de 2014 en José León Suárez.

Barros, un joven que estuvo preso el último año, se fue caminando, llorando en silencio, abrazado a su hermana -la ex mujer del asesinado- y a su esposa.

En los Tribunales de San Martín, el jurado popular se había vuelto a reunir en la sala de deliberación donde poco antes habían discutido por más de una hora para llegar al veredicto que finalmente liberó a Barros. Los doce estaban exultantes.

El presidente del jurado popular, Andrés, un vidriero de 35 años, relató a LA NACION la experiencia de transmitir la decisión: «Por momentos fue una carga pesada, casi muero al leer el veredicto, pero estoy feliz y orgulloso de haber participado».

El presidente del jurado dejó trascender que el veredicto fue producto de un intercambio tranquilo. Al parecer, hubo acuerdo casi unánime. «Todos coincidimos», dijo Ramona, una abuela de más de 70 años que también fue parte del primer jurado popular. Otros miembros dijeron, en cambio, que existieron unas pocas disidencias. Nada más. Está prohibido para el jurado revelar detalles. Incluso una vez concluido el juicio.

«Estoy orgulloso de formar parte de este jurado», dijo Daniel, un físico que dejó su trabajo para sumarse a esta experiencia innovadora en la provincia. El científico admitió: «Al principio no me gustó que me citaran. Finalmente fue un juicio tranquilo».

El juez Francisco Pont Vergés destacó en todo momento el aporte de los ciudadanos, «fundamental» para el correcto servicio de justicia. Recordó que ser jurado no es sólo una carga pública, sino también un privilegio. Todos, los doce jurados y el juez técnico, se sacaron una foto sonrientes, mientras el acusado caminaba, libre de culpa y cargo, por las calles de San Martín.

El acusado había dicho sólo cinco palabras antes de someterse al veredicto popular: «Yo no soy un asesino». Fue al mediodía, antes de la deliberación del jurado, que terminó con su absolución.

En el inicio del debate, el juez técnico, Pont Vergés, había explicado a los 12 jurados los alcances de la ley para llegar a un veredicto.

Se explayó sobre los alcances del concepto de legítima defensa. Y sobre la valoración de la prueba que debía hacer el jurado. Finalmente, dijo: «Señoras y señores del jurado, si deliberan serenos, con sentido común y escuchando a los demás, van a ser capaces de pronunciar un veredicto justo y concreto. Eso es lo que todos esperamos de ustedes».

Les aclaró: «Ustedes no deben dar razón de su decisión; cuando lleguen a un veredicto den un golpe en la puerta de la sala», indicó. De este modo pretendió garantizar la modalidad absolutamente secreta del debate. «El jurado es independiente y soberano», alentó.

«Es importante que lleguen a acuerdos. Pueden modificar sus puntos de vista de acuerdo con su convicción. No cambien de opinión sólo para concluir el caso», pidió.

Durante la hora que pasaron encerrados para llegar a un veredicto los jurados repasaron los más de 16 testimonios que se escucharon durante tres días en la sala del Tribunal Criminal Nº 5 de San Martín.

El Ministerio de Justicia de la provincia de Buenos Aires distribuyó sándwiches, pasta frola y tortas de frutos secos en la sala dispuesta para los jurados. Allí tuvieron oportunidad de repasar algunos de los testimonios más contundentes; por ejemplo, el de la ex esposa de la víctima y hermana del acusado, Claudia Barros, que mostró cinco denuncias policiales contra Armella por violencia de género.

En su alegato final, la defensora oficial Verónica Joliffe dijo: «Barros se vio obligado a defenderse. Armella le apuntó. Esto es como leer el diario del lunes con el resultado del partido. Todos sabemos de fútbol. Pero estar en esa situación, esa noche, fue distinto». La defensora consideró que «quedó probado que hubo un forcejeo en el cual se disparó el arma», lo que provocó la muerte de Armella, tras lo cual miró al jurado y afirmó: «Ustedes representan a la sociedad, y qué sociedad va a aceptar que se condene a un inocente». En cambio, la fiscal llevó otro argumento al jurado: «No se puede hacer justicia por mano propia», destacó.

Finalmente, el jurado dio su veredicto. Entre el público estaba el ministro de Justicia, Ricardo Casal, que destacó la trascendencia histórica de este juicio. Por su parte, el juez técnico agradeció al jurado por su aporte para consolidar «la democracia y la paz de nuestro pueblo». «Les agradezco por el importante servicio que han prestado», concluyó. Y Barros salió en libertad, al encuentro de sus tres hijos.

Fuente: texto e ilustración publicados por LaNación.com (13/3/2015)

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