201510.20
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La Justicia ordenó a una mujer dejar la casa a sus hijos y a su ex, a cargo de los chicos

Erreius de InterésLos adolescentes viven con su padre, a quien la Justicia dio su cuidado. Su madre siguió viviendo en la casa donde todos habían convivido, y ellos se mudaron a un garaje adaptado. Los jóvenes pidieron volver a su casa, la Corte bonaerense les dio la razón.

La Justicia bonaerense ordenó a una mujer abandonar la casa en la que vive, y donde vivía con su familia antes de separarse de su marido, para que puedan instalarse allí sus hijos con su ex pareja, que cuida de ellos. Con esa resolución, la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires respondió favorablemente el pedido de los adolescentes A. y F., que viven con su padre –a quien la Justicia concedió su custodia– en una vivienda precaria, de 3 por 10 metros, que originalmente era “un garaje construido en mampostería” y que fue adaptado para vivir allí.

Tras considerar las pruebas que acreditan las condiciones en que viven los jóvenes y las condiciones de la casa en que vive su madre, “la opinión de los menores involucrados, las normas que dan sustento al innegable derecho a contar en forma inmedaita con una vivienda adecuada a sus necesidades vitales” y a “vivir junto a quien hoy tiene asignada la custodia personal”, los jueces Juan Carlos Hitters, Luis Genoud, Hilda Kogan y Eduardo De Lazzari concedieron el pedido a los jóvenes. Una vez notificada de la medida, la madre de los chicos tendrá hasta treinta días para dejarles la casa de Ringuelet, que ellos siguen considerando como su propia casa.

Los jóvenes A y F presentaron el pedido con la representación de la titular de Asesoría de Incapaces Nº 2 de La Plata, Laura Ozafrain de Ortiz. Actualmente, y por decisión de la Justicia, los chicos viven con su padre, D. S., quien recibe el 20 por ciento de los haberes de su ex pareja y madre de A y F, M.D., en concepto de cuota alimentaria para los hijos en común. Los adolescentes pidieron a la Corte bonaerense que, mientras tramita una disputa por su tenencia, dispusiera medidas “para que cese la afectación de su derecho a la vivienda”, recuerda la resolución del tribunal.

El “cuidado personal” de los adolescentes –como denomina a la tenencia el nuevo Código Civil y Comercial– está todavía en disputa: inicialmente fue otorgado al padre; la madre apeló y la Cámara revocó la tenencia; actualmente, la Justicia debe resolver la apelación presentada por la asesora Ozafrain de Ortiz “en interés de los mismos menores”. Los chicos contaron “el largo y penoso trámite judicial por el que sus progenitores los han hecho transitar en busca de una resolución” de la tenencia, que resultó “altamente desgastante y perjudicial”. Durante el proceso, dijeron los adolescetnes, “siempre bregaron por que los tribunales respetaran su derecho a opinar y que tal opinión fuera tenida en cuenta”.

Los chicos advirtieron que quieren seguir viviendo con su padre, “con un régimen de visitas para ver a nuestra madre con continuidad y en paz”. Pero hicieron hincapié en que desde hace años “se encuentran viviendo en condiciones habitacionales precarias –un garaje adaptado–, junto con su progenitor y la pareja de éste, mientras la madre ‘quien no posee en este momento nuestra tenencia –dicen los menores– se encuentra viviendo en el domicilio que fue la residencia de toda la familia hasta la separación’”, y que “pertenece a nuestro padre por herencia”. Los jóvenes también detallaron que “del lugar en que ahora se encuentran deberán irse en breve”.

Los peritos de la Corte provincial realizaron informes socioambientales de ambos domicilios. En principio, concurrieron a la casa donde los chicos conviven con su padre y la pareja de él. El informe, además, “describe la situación habitacional y remuneratoria del señor D. S.” y destaca detalles según los cuales la relación entre padre e hijos “se mantiene en un plano de alta conflictividad”. El lugar “era inicialmente un garaje construido en mampostería que fue adecuado para vivir”, y donde, de hecho, vivieron los padres de los chicos antes de mudarse a la casa de Ringuelet adonde quieren volver los jóvenes. El garaje pertenecía a la casa de la familia de D. S. –actualmente deshabitada y en mal estado–, tiene 3 por 10 metros, y se compone de “dos habitaciones contiguas con un paso común, una cocina-comedor y baño”. Para llegar a su cuarto, los adultos deben atravesar el cuarto de los adolescentes. Además, el lugar cuenta con “conexión precaria de luz eléctrica, gas envasado y agua de pozo”; “los días de lluvia es inundable y tiene filtraciones”.

La casa de Ringuelet donde los adolescentes vivieron en su infancia es “de mampostería” y está ubicada “sobre un terreno de 10 por 45 metros”, al fondo del cual están las vías del tren. Se encuentra “en un barrio urbano de casas bajas con calles asfdaltadas”, tiene “dos habitaciones, cocina comedor, living y baño”, servicios de electricidad, agua corriente, gas natural. Aunque quedó afectada por la inundación de abril de 2013, está “equipada para el desarrollo de la vida cotidiana de los adolescentes”.

A. y F., en notas presentadas a los jueces, pidieron explícitamente volver a esa casa. Para no tener “que pedir permiso para usar mis cosas. También tengo a mis amigos cerca”, contó F. Además, señalaron los jueces, el chico explicó que actualmente “no tiene espacio suficiente para invitar a sus amigos y a su novia a su casa”. Su hermano, A., detalló que quiere vivir con su padre, pero que le molesta estar en una “casa chica que no se puede vivir”. “No puedo invitar amigos a mi casa ni festejar mi cumpleaños, cuando en la otra casa tengo a mis amigos cerca”. Donde vive ahora, escribió a los jueces, “tengo que tomar un micro cuando en mi casa me puedo ir tranquilamente caminando con mis amigos al colegio. Ya hace tres años que estoy pidiendo por favor, por favor que alguien haga algo”.

Fuente: Texto publicado por Página/12 (20/10/2015)

Seleccionado por: Editorial Erreius